top of page

La otra cara de los autos eléctricos: la contaminación que genera la producción de sus baterías


En los últimos años se han multiplicado las ventas de este tipo de vehículos en el mundo y se los ha presentado como la solución a la polución relacionada con el transporte

Las baterías de litio utilizadas en los autos eléctricos necesitan de un elemento químico llamado níquel que se extrae de la superficie de la tierra a través de un proceso de excavación que daña el ecosistema en el que se desarrolla. Con la demanda de níquel aumentando de manera exponencial en los últimos años -de la mano del aumento de la demanda de autos híbridos y eléctricos- las mineras de esta industria están buscando expandir su área de extracción. Esto preocupa a las comunidades que viven en las inmediaciones de estas empresas y plantea el interrogante de si los beneficios ambientales que supone la adopción de vehículos eléctricos son más que las consecuencias producidas por la extracción de níquel.

Entonces, los autos eléctricos son considerados como una alternativa ecológica frente a los vehículos que consumen gasolina, pero se suele subestimar el daño al medioambiente que produce la manufactura de estos y sus efectos a corto y largo plazo en las comunidades que viven cerca de las mineras de níquel. Principalmente, la expansión de las mineras viene acompañada de la destrucción de selvas tropicales, que cumplen un rol vital en la protección de la vida salvaje y en la desaceleración del cambio climático.

Justamente para referirse a las críticas recibidas por este tema, Elon Musk -dueño de la empresa Tesla, una de las mayores manufactureras de autos eléctricos-, twitteo a principios de año que “El níquel es nuestra mayor preocupación para escalar la producción de células de iones de litio”.

En 2012, una ONG medioambiental con base en Japón realizó un estudio en Palawan y encontró niveles peligrosos de cromo hexavalente, una sustancia química cancerígena, en uno de los ríos cerca de la mina. Uno de los investigadores del estudio contó en una entrevista que en 2009 habían realizado una encuesta representativa y se encontraron con que el 85% de los encuestados declaró un aumento de la tos y de otros problemas respiratorios así como de lesiones en la piel. En los análisis anuales realizados entre 2009 y 2019 por el mismo grupo se encontró que el nivel de exposición al cromo hexavalente en el río era mayor al nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud en aguas que se utilizan para beber.

Habitantes de las inmediaciones del río declararon que la comunidad ha dejado de usar el agua del río para beber hace años, debido a que esta haya adquirido un tono rojizo. Sin embargo, desde el área de comunicación oficial de la empresa han afirmado que el sistema de desechos de la minera está pensado para evitar que se contamine el agua de los ríos y que los niveles de cromo hexavalente no tienen que ver con su actividad.

Durante las últimas dos décadas la compañía ha logrado evadir las trabas institucionales que le impedían continuar expandiendo su área de acción. En un principio muchas partes de la tierra habían sido declaradas “zonas centrales” y estaban protegidas por las leyes de Palawan. Pero estas medidas de protección se fueron eliminando gradualmente por funcionarios que cambiaban las leyes ambientales para acomodarlas a la minería.

Con el número de ventas de autos eléctricos alcanzando números récord el año pasado, gracias al aumento de las ventas de Tesla, y con empresas como General Motors anunciando su idea de dejar de vender autos que funcionen a gasolina en las próximas décadas, la situación de las comunidades como Palawan impone el interrogante de si la reducción de la emisión de carbono que supone el cambio a autos eléctricos compensa los daños al medioambiente que la extracción de níquel produce.

Gillian Galford, profesora de la Escuela Rubinstein de Ambiente y Recursos Naturales, opinó que “es un dilema ético muy complicado. Por un lado, tenemos una tecnología muy prometedora que puede ayudarnos a solucionar nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Pero, por otro lado, tenemos muchos daños ambientales acompañados de llegar a ese punto”.

Afirmó también su convicción de que la situación en Palawan confirma la idea de que hace falta encarar el problema con múltiples estrategias. “No hay ninguna tecnología que vaya a resolver nuestra crisis climática”, agregó Galford. “Tenemos que desplegar tantas opciones como sea posible, y parte de ello puede ser el desarrollo de vehículos eléctricos y una mayor dependencia de ese tipo de vehículos. Pero también va a ser la conservación de nuestros bosques para que éstos absorban y almacenen carbono y hagan todo el trabajo que ya han hecho por nosotros, para ayudarnos a reducir los impactos del cambio climático.”




728-X-90.gif
bottom of page